LA CIUDAD DE LOS REYES
En el más central y extenso valle de la costa del Perú, bajo un cielo apacible y sereno, en las riberas del Rímac, a dos leguas del mar y cerca de un pueblo de indios, Francisco Pizarro, el famoso conquistador del imperio de los Incas, fundó, con doce de sus compañeros, el 18 de Enero de 1535, en nombre de la Santísima Trinidad, la población que no había podido establecer ni en Sangallán (Pisco) ni en Jauja, denominándola "Ciudad de los Reyes"; nombre que, si bien fue dado más por motivos religiosos que en homenaje a los soberanos de Castilla, hoy, contemplado a la distancia de largas centuias, parece como una revelación profética de la grandeza a que había de llegar el futuro virreinato.
Francisco Pizarro (1478-1541) Francico Pizarro nació en Trujillo de Extramadura, (España), en 1478 y murió en Lima en 1541. A partir de 1498 empezó a participar en las acciones militares de España en Italia, combatiendo bajo las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como El Gran Capitán. En 1509 viajó a América, buscando la oportunidad de enriquecerse para así lograr un ascenso social. Desde la Española se traladó junto a Alonso de Ojeda, a la conquista de Castilla de Oro (Colombia). En 1524 se asoció con Diego de Almagro y el clérigo Hernando de Luque para la conquista de un rico imperio indígena, que por las noticias que tenían se encontraba hacia el sur y que no era otro que el Perú; la empresa se realizó entre 1524 y 1533. Los logros de Pizarro le valieron ser nombrado Gobernador de aquel territorio, a lo que se agregó un título de marqués. El 6 de enero de 1535 Pizarro fundó la ciudad de Lima. Originalmente su nombre fue Los Reyes, en directa relación con la festividad religiosa que se celebraba ese día para conmemorar la llegada de los Reyes Magos a Belén. La muerte de Pizarro en 1541 se relaciona directamente con sus disputas con Diego de Almagro, uno de los descubridores de Chile. De hecho, falleció como consecuencia de una revuelta que en su contra dirigió Diego de Almagro el Mozo, hijo natural del adelantado, quien buscaba vengar la muerte de su padre. |
Jauja y San Gallán Los conquistadores españoles dudaron mucho antes de elegir a Lima como la capital del incipiente virreinato. Primero buscaron un lugar central en la Sierra, y en 1533 optaron por el bello valle de Jauja, pero el lugar no fue aceptado de buena gana por los hispanos debido a su lejanía del mar. Poco después se funda la segunda capital en Sangallán, en las cercanías de Pisco, pero el intento fracasó por falta de recursos. En 1534 Francisco Pizarro envió desde Pachacámac una expedición, cuyo fin era buscar un emplazamiento estratégico y pródigo en recursos. Al poco tiempo encontraron el señorío del cacique Taulichusco y les pareció ideal: contaba con buen clima, una población pacífica, frutales, bosques y redes de acequias y caminos dignos, según ellos, de los romanos. En definitiva, el lugar era perfecto: estaba cerca del mar, pero lo suficientemente retirado como para dar seguridad a sus vecinos en casos de ataques. |
La Fundación El 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro procedió a fundar la ciudad en nombre de sus majestades el emperador Carlos V y de su madre la reina Juana. En la ceremonia se encontraban presentes dos frailes (un franciscano y un dominico), numerosos soldados a caballo y a pie, esclavos negros y una mujer, la morisca Beatriz. El nombre oficial "Ciudad de los Reyes" se eligió en homenaje a los Reyes Magos, por la cercanía de su fiesta. De aquí viene el apelativo de las "tres veces coronada" ciudad; aunque el tiempo impuso la denominación nativa de Lima. Según algunos autores, el nombre es una corrupción hispánica de "Rímac", topónimo quechua del río, hablador. |
Lima Cuadrada El croquis original de la ciudad, perdido ahora, marcaba 9 calles de largo por 13 de ancho, o 177 manzanas, llamadas entonces "islas", divididas cada una en 4 espaciosos solares. Las primeras casas se construyeron alrededor de la plaza mayor en las cercanías del río Rímac y se dice que la adornaban tantas huertas de naranjos, manzanos y otros frutales que la nueva capital parecía un pequeño bosque |
El Escudo El escudo de la ciudad se le otorgó a Lima en 1537, en él aparecen los símbolos del empeador Carlos V y su madre, doña Juana, junto con las estrellas de los Reyes Magos. En su orla lleva la inscripción: "Hoc signum regium est" (este es el símbolo de los reyes). Protocolarmente, llamaban a Lima "la muy noble, muy insigne y muy leal ciudad de los Reyes del Perú". |
RAREZAS DE LIMA
La ciudad de Lima es rica en tradiciones, y en hechos anecdóticos que involucran a sus símbolos más preciados. Aquí, algunas de esas historias.
¿Pizarro o Cortés? Existen versiones que señalan que la estatua de Francisco Pizarro, representaría en realidad a Hernán Cortés. La estatua fue realizada por el escultor estadounidense Charles Cary Rumsey (o Ramsey McDonald). Al parecer la imagen en un principio no representaba a ningún personaje concreto, sino a un conquistador español cualquiera. Fue en un primer momento donada a México, como homenaje a Hernán Cortez, pero los mexicanos vivían un época nacionalista y rechazaron la estatua. En 1929 es adquirida por Trujillo de Extremadura (España), lugar de nacimiento de Pizarro. Y en 1935, una copia fue obsequiada al Perú por la viuda de Ramsey. La estatua estuvo primero frente a la Catedral de Lima, luego junto a Palacio de Gobierno (también llamado "Casa de Pizarro") y finalmente, en el 2005 fue trasladada al Parque de La Muralla ubicado próximo a la casa de gobierno en el Centro de Lima. También existe otra estatua similar en la ciudad de Buffalo, Estados Unidos. |
"La peña horadada" Esta singular piedra es conocida como la "Peña horadada" y se encuentra ubicada entre las cuadras 10 y 11 del jirón Junín. Data desde la época de la Pre-Hispánica. Cuenta una tradición de Ricardo Palma que su orificio es el resultado de la fuga del diablo ante la "amenaza" de dos procesiones -una de la Virgen del Carmen y la otra del Señor de los Milagros- que convergían en la esquina donde se halla. |
"La llama votiva" Le pidieron al artista encargado de erigir un monumento al generalísimo don José de San Martín que, debajo del mismo, esculpiera a una mujer representando a la libertad y que portara en sus manos una "llama votiva". El artista no entendió bien la orden y, en vez de la "llama votiva", optó por diseñar una llama (auquénido) encima de su cabeza. |
Ahí está el detalle El monumento al héroe de Angamos, Miguel Grau, luce soberbio y gallardo. Sin embargo, quien se fija en su indumentaria, descubrirá que sus botas no son propias de los marinos sino de los soldados que combaten en tierra. Y que la empuñadura de su sable, desprevenidamente, fue esculpida hacia afuera y no pegada al cuerpo, como se usaba en la época. |
Leones sin base El hermoso Paseo Colón tuvo alguna vez doce leones de mármol que adornaban su entrada. Poco a poco, los leones fueron desapareciendo y quedaron sólo dos, cuyas bases hasta la fecha permanecen en el mismo sitio (foto abajo) y sirven de asiento para los transeúntes. Los dos felinos sobrevivientes fueron destinados a "custodiar" el pórtico del Palacio de Justicia. |
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